viernes, 22 de agosto de 2014

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viernes, 9 de mayo de 2008

Prólogo a la edición


La oscuridad habita en cada uno de nosotros y muchas veces sale a la superficie. Lo hace mediante los sueños, o a través de la inquietante realidad cotidiana. La materia inmanente de estos cuentos es, precisamente, la oscuridad. Son trece relatos en los cuales los personajes presentan un perfil psicológico extraño, anómalo y perturbador.
Intensas imágenes de crueldad sustentan algunas de las trece historias que conforman este libro. Son historias sombrías en donde el sufrimiento y la muerte, entre otros tópicos, se manifiestan como visitantes inesperados.
Seres como los descriptos en “Hijos de la Coca Cola” o el personaje del padre en “Juegos infantiles” nos advierten de esa arista particularmente agresiva que todos llevamos en lo más íntimo de nuestros pensamientos.
“Aquellos caballos blancos” y “Esos ojos” son pruebas contundentes de la oscuridad de los hombres. Situaciones como las que ocurren en “La mariposa roja” o en “Las huellas de sangre” irrumpen en nuestra percepción realista y nos advierten que existe algo que está más allá de lo evidente, y que no podemos explicar.
La cantidad de relatos no es casual. El número trece se manifiesta y revitaliza gracias a la tradición y la fe. Muchos le temen y lo consideran fatal. Este libro es para ellos, y también para los que se ríen de él.
¿Qué nos puede suceder si nos atrevemos a dialogar con nuestro ser interior y nos encontramos ante la propia oscuridad?. Les propongo a través de estos cuentos conectarse con los personajes y develar sus luces y sombras. ¿Está dispuesto a dar vuelta esta hoja?...

... si lo está, bienvenido, y si no, también.

El autor






Aquellos caballos blancos


El es extraño.

Su mirada perturba al que le intenta mirar fijo. El no parpadea, y tiene depiladas las cejas. Sí, él es extraño ...

...de niño jugaba con las muñecas, pero de una manera especial. Las desnudaba primero. Luego pasaba su lengua por el plástico juguete y por último le sacaba la cabeza y las piernas, por causas desconocidas ...


El es extraño.

Escucha Heavy Metal y Punk, sólo eso. Sube el volumen de su equipo de audio hasta el máximo posible. Se acerca a uno de los bafles, se acuesta en el piso y levanta las piernas. Las apoya en la pared. El dice que así se aprecia la música de otra manera.
Cierto día le mordió la mano a un vecino que se había quejado de ruídos molestos.
Desde aquella vez, luego de la amputación, nadie osó interrumpirlo ...

...mataba a las hormigas con la mano. Jugaba con sus compañeros a quién mataba más hormigas de un solo manotazo. Odiaba a los insectos y los hacía sufrir. Le cortaba las patas a las arañas, hasta que no les quedaba ni una. En cierta ocasión, mató a un sapo de manera insólita.
Mordió su cabeza y el pobre animal quedó sin vida. Luego la escupió ...


El es extraño.

Usa el pelo rapado y de su oreja izquierda cuelga una cruz invertida manchada de sangre. Nadie sabe el origen de la sangre ...

...no tenía demasiados amigos en la escuela. Se aislaba del mundo y se encerraba en sus pensamientos, y en sus escritos. Uno de ellos decía:


UN JUDIO ES UN GATO CASTRADO.


El es extraño.

Viste íntegramente de negro, pero odia a los negros. Lee libros de Kafka y Baudelaire, y cosecha marihuana en el fondo de su casa.
Tal vez Winipeg, su gato, es el único animal que contempla a su corazón ...

...una noche de abril entró a una tienda. La muchacha, de unos quince años, sospechó de él ni bien puso un pie en el negocio. Cuando intentó levantar el tubo del teléfono para dar aviso a la policía, él se le abalanzó encima. La golpeó duramente. Luego de fracturarle el tabique nasal, la violó en dos oportunidades. La niña de ojos celestes no pudo defenderse. Una bala le traspasó el cerebro ...


El es extraño.

Camina por el pabellón arrastrando los pies. Conserva la mirada en la punta de sus zapatos. Oye ruídos en su mente. Voces. Voces que le susurran que todo está bien, que no hay motivo para temer, que él es Dios y como tal, conserva la supremacía del poder ...

... el día que armó el coche bomba, tuvo la espontánea idea de meterse dentro del vehículo y volar con él. Pero algo en su mente, en el último minuto, le dictó que debía salir. Era el Creador quien le hablaba. Era él mismo quien se hablaba. Era Dios el que hablaba ...


El es extraño.

Llega a una habitación. La luz mortecina irradia cierta tenebrosa atmósfera. La única silla, no menos tenebrosa, aguarda a su próximo ocupante. A un lado, un sacerdote ...

...la noche anterior había tenido un sueño. El era un toro, un enorme toro negro. Sus afilados cuernos brillaban notoriamente, pese a que estaba nublado. Sus víctimas, aquellos caballos blancos, pastaban en un hermoso valle. El, con sus cuernos y su fuerza instintiva, se abalanzó en estrepitosa carrera hacia los caballos. Algunos vieron al toro y cabalgaron tratando de escapar. Otros no pudieron. El toro lastimaba con cada embestida. La blancura de los caballos era interrumpida por la roja y espeluznante cantidad de sangre. Las gotas se derramaban en el prado y los caballos morían desangrados en lenta e irreversible agonía.

Esas imágenes flotaban en su mente en el preciso momento en que la descarga eléctrica golpeaba su cuerpo una, dos y tres veces. El cerebro seguía funcionando y él era ahora un caballo blanco. Divisaba, a lo lejos, un toro negro caído. El toro humeaba por el hocico y las orejas. Los ojos se encendieron súbitamente, con un fulgor azul. El caballo dio la vuelta y comenzó a cabalgar. El Sol se mostraba en lo alto. ¿O tal vez no era el Sol?. De todas maneras, se trataba de una luz. La misma luz que a él se le manifestaba de niño, en las noches de insomnio y locura. Una luz que no dañaba los ojos.
De pronto se dio cuenta de algo. El era como los demás caballos, por lo tanto, vulnerable como aquellos. El no era omnipotente, ni era Dios.
Pensó en sus víctimas. Estaba igual que ellas ahora. La muerte no distingue entre culpables o inocentes.
El caballo blanco trotó entre la gente, sin ser visto. El se había condenado a vagar en la ciudad por el resto de la Eternidad.
Y tomó súbita conciencia de que ya no era un hombre, ya no un asesino.
Ya no un extraño.



(Este es uno de los cuentos que compone el libro "13 cuentos oscuros". Obtuvo el primer premio en cuento en el año 1996 en el Círculo Médico de Quilmes).